miércoles, 11 de junio de 2008

Ocejo de la Peña


El invierno aquí es peor que una noche contigo; pero me gusta. Llegué por última vez una tarde de mayo. Nevaba ligeramente y no había ni un alma. Después de una serenata de ladridos apareció un hombre calzando madreñas y embutido en un mono azul. Hacía veinte años que no pisaba sus calles, ahora cubiertas de hormigón. El mastín que dormitaba en el portal de la iglesia abrió un ojo y no se dignó levantarse; siguió con lo suyo, me debió ver insignificante para su presencia. Puede ser un buen lugar para Braulio y su familia. El problema es que las montañas que rodean el pueblo son tan altas, o el pueblo está tan embutido en ellas, que las horas de luz son escasas. Peor aún, el tránsito de la claridad a la oscuridad es demasiado rápido.
En los tiempos que corren lo peor que te puede suceder es tener una película con un presupuesto de cuatro millones de euros. O es de dos o de diez, pero cualquier cifra intermedia es un suicidio. Veremos qué puedo hacer.